Quien acude a consulta, trae la queja del sufrimiento: ¿de qué sufre? Si no reconoce que su padecimiento es un síntoma (aunque no sea preciso), la queja puede instalarse en su vida como otro síntoma más (pues sería una queja que no abre el proceso de curación, sino que alimenta el síntoma del que se queja).

Hay muy diferentes quejas. Veamos algunas:

1.-Hay quejas que expresan el dolor de una pérdida, que pueden llevar a atravesar el duelo o a enquistarse en la depresión o en la melancolía.

2.-Hay quejas expresadas desde la propia impotencia, que a veces generan impotencia en aquella persona a quien son dirigidas.

3.-Hay quejas que reclaman un rescatador, un salvador.

4.-Hay quejas que buscan, inconscientemente, recibir un daño.

5.-Hay quejas persistentes que culpan a otros, evitando la propia responsabilidad. Son quejas que se querellan contra el otro. Quejas que son jaques al otro.

6.-Hay quejas por un sentimiento de culpabilidad debido a que uno, sin darse cuenta, ha renunciado a lo que en verdad deseaba.

7.-Hay quejas tan arrasadoras que uno se queda a vivir en la queja. Así se obtiene un “goce sufriente”, un imperativo de la queja, una sobrelimitación de las propias capacidades y una perpetuación de la insatisfacción.

8.-Hay quejas que ponen un límite sano al exceso de los otros.

9.-Hay quejas mudas de angustia que llevan a cometer un acto peligroso contra uno mismo o contra otro.

10.-Hay quejas por no encontrar sentido.

11.-Hay quejas del cuerpo que tienen un origen psíquico inconsciente.

12.-Hay quejas por no sentirse completo, pleno, por no admitir que todos portamos una falta, que ni estamos completos ni existe una relación en que nada falte.

13.-“Si lloras porque se ha ocultado el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas.” (Tagore, “Pájaros pérdidos”, libro de aforismos)

Se hace necesario escuchar la voz que anida bajo las quejas. En el corazón de muchas late una demanda de amor.