Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica
CÓMO VENCER LA DEPRESIÓN 2
(2006)
Como advertía en el artículo anterior, las listas de pautas para “vencer la depresión” pueden conducir a callejones sin salida.
No hay una única depresión, sino que bajo sus síntomas encontramos diferentes patologías que requieren abordajes terapéuticos distintos. Por ejemplo, una depresión en una neurosis obsesiva o en una psicosis.
A las depresiones no se las vence. La depresión proviene de una guerra interna. Para superarla o atenuarla, no hay que combatir más fuerte, sino bajarse del cuadrilátero de boxeo, dejar de luchar contra uno mismo, renunciar a batirse en contra de los propios deseos. Aprender, a través de un tratamiento, por qué y para qué uno ha aplastado sus propios deseos hasta ni siquiera reconocerlos (el deseo de levantarse de la cama, de salir, de trabajar, de relacionarse... y otros más ocultos).
Virgilio Piñera, en el microcuento “Natación”, muestra una alegoría de una posición depresiva: “He aprendido a nadar en seco. Resulta más ventajoso que hacerlo en el agua. No hay el temor a hundirse pues uno ya está en el fondo y por la misma razón se está ahogado de antemano. (...) No voy a negar que nadar en seco tiene algo de agónico”. Al depresivo le amenaza nadar en agua.
Síntomas depresivos tienen que ver (según cada persona, que es única) con:
-Pérdidas y duelos no superados.
-Logros: un ascenso, terminar los estudios, el nacimiento de un hijo, el inicio de una convivencia de pareja, el cumplimiento de un deseo...
-Beneficios secundarios: no afrontar la realidad, falta de responsabilidad, compasión, justificación...
-Experiencias infantiles que se hicieron insoportables, se reprimieron y retornan camufladas en los síntomas.
-No aceptar la cuota de dolor inherente a la existencia humana.
-Angustia.
-Sentimiento de culpabilidad que lleva a una necesidad (consciente o inconsciente) de castigarse mediante el síntoma.
-Resistencia a soltar lo seguro y conocido (la depresión, nadar en seco) por lo inseguro y desconocido.
-Instalarse en el sillón de la queja sin fin. Reproches incesantes a los demás y a uno mismo. Considerarse víctima en lugar de darse cuenta de la propia responsabilidad en el regodeo depresivo.
-Un juez interno hiperexigente y muy cruel que, a la vez, impone el mandato del goce patológico depresivo.
2006
Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica