Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica
SÍNTOMAS DE MADRES QUE NO DIVIDEN SU DESEO
(2005)
Depresiones, trastornos de ansiedad... Medio asfixiadas con sus hijos y con su vida... Irritabilidad... Conflictos con la pareja y con los hijos... Estos síntomas y otros aparecen en algunas madres durante los primeros tiempos tras nacer su hijo o más tarde.
Al principio, es sano y necesario que la madre se vuelque en el hijo, y el hijo en ella. Se funden y se confunden entre sí. Se hallan en una radical dependencia mutua: El niño (o niña) pide a su manera, sin lenguaje todavía, y la madre ha de interpretar (unas veces, acierta; otras, falla). Para el niño, la madre lo es todo, y quiere serlo todo para la madre. Y la madre depende de los signos de bienestar y malestar que su hijo le da. También, en el tiempo inicial, el niño es todo o casi todo para la madre. Una madre dice: “Ahora me siento completa”.
Los problemas vienen cuando, tras estos primeros meses, la madre se deprime o se agobia porque, inconscientemente, siendo toda madre, deja de lado ser mujer. Es decir, cuanto más el niño colma, completa, el deseo de la madre, y menos da espacio ella al deseo por su pareja, más síntomas surgen (también en el hijo). El niño debe dejar de ser todo para el deseo de la madre y pasar a dividir su deseo. Deseo dividido: una parte para el hijo y otra parte para el padre como pareja. La madre ha de volver a mirar y a interesarse por su pareja... y por otras actividades que den más colores a su vida.
La función del padre (además de proteger) es entrar como una cuña a separar a la madre del hijo, y al hijo de la madre, para tener él también un lugar en el deseo de la madre y del hijo. El llamado vulgarmente hombre “calzonazos” es incapaz de esto. A la vez, la madre ha de consentir que entre el padre (reconociendo su lugar) y que se forme un triángulo de lo que al principio son sólo dos, madre e hijo. Esa unidad madre-hijo es la que el padre tiene que desgajar, y la madre dejar que así sea.
Estas afirmaciones que pueden sonar teóricas, se palpan en la realidad cotidiana. Por ejemplo, cuando a una madre le cuesta horrores volver a salir sola con amigas, dejando al niño con el padre. O cuando pasa el tiempo y ella continúa anestesiada sexualmente. O cuando un niño aparta con fiereza a su padre (como si fuera su mayor enemigo) en momentos en que se interpone entre su madre y él...
2005
Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica