Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica
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IMPENETRABLE: IM PENE TRABLE
(2005)

En el “vaginismo”, la vagina no admite la entrada del pene. En la “dispareunia” sí se admite, pero con dolor y dificultad.

Se contraen de modo involuntario los músculos del tercio externo de la vagina, lo cual hace dolorosa la penetración o la imposibilita. Hay dolor y miedo al dolor, debajo de los cuales subyace un conflicto psíquico (salvo en los casos minoritarios en que la causa es orgánica).

Hace falta un tratamiento psicológico en que rastrear la historia de la persona, incluida la sexual, para dar con la procedencia y la función inconsciente de estos síntomas, y así posibilitar que caigan cuando ya no tengan misión que cumplir.

“Soy... estoy impenetrable.” No-pene-entrable. “Pongo una muralla: algo (¿) me impone cerrarme. Me aprieto sin querer. Me horroriza que me haga daño. No puedo controlarlo.” ¿Qué es, para esta mujer, el hombre? ¿Qué quiere de él? ¿Qué cree que él quiere de ella? ¿Qué representa el pene y su entrada para ella? ¿Qué amenaza se agazapa tras el miedo al dolor? ¿Cómo y por quién se ha sentido dañada en lo más íntimo desde pequeña? ¿Qué le sucedió o con qué fantaseó? ¿Qué vio, qué le hicieron, qué hizo, qué consintió, qué experiencia sexual le sobrepasó? ¿En qué escena se puso o fue puesta como un objeto para ser gozado por otro? ¿De qué modos goza ella?

¿Qué tiene que ver su pareja con el síntoma? ¿Cómo se acoplan los síntomas de su pareja al suyo? ¿Ha elegido a un hombre al que le horroriza (aunque él diga lo contrario) que ella se ponga deseante y con iniciativa sexual, lo cual hace complicidad con el síntoma de ella?

¿Cuál es la llave que abre? ¿Cuál, la que cierra? ¿O no es una llave sino...?

“Mi pareja se quejaba mucho al principio. Ahora, me ha dado casi por imposible, como si él se hubiera resignado. Pero a veces tiene arrebatos y lo intenta. Yo no le dejo, algo (¿) en mí no le deja, se enfada y le masturbo para compensarle. Temo que busque a otras. Se cabrea cuando me corto la excitación mientras me toca. Temo descontrolarme. Me aterra que él se descontrole en el acto sexual y me haga algo malo, aunque otra parte de mí piensa que nada malo me hará. Es una contradicción que me atrapa. ¿Qué está fuera de lugar?”

“Temo que si me entrego (¿qué es, para mí, entregarme?), quedaré como borrada, sin capacidad de reacción ante lo que le dé la gana a él. Eso me angustia. ¿Por qué, donde yo podría sentir placer, me entra tanto miedo? Es el miedo lo que me entra. ¿A qué miedo oculto le tengo tanto miedo?”
2005

Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica