Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica
Comparta esta página en:
Agregar a Delicious   Google Bookmarks   Twitter   Facebook   MySpace   Live Spaces   Blinklist   Yahoo Bookmarks   Digg   Favoriting   Furl   StumbleUpon   Reddit   Technorati
Pulse aquí si desea que le avise cuando añada nuevos contenidos

YO TENÍA QUE GUARDAR SILENCIO TANTO CUANDO MI PADRE HABLABA COMO CUANDO CALLABA
(2004)

Quien así habla es el atribulado escritor cubano Virgilio Piñera.

Se observa una y otra vez en los pacientes que reconstruyen su historia en el proceso de curación, la importancia del lugar que el padre y la madre les dieron en su deseo, en sus expectativas, en la relaciones familiares... Esto influye en la estructura de personalidad y en los padecimientos que aparezcan entonces y después. Por eso, hijos de mismos padres pueden ser tan diferentes: por el lugar distinto que los padres les otorgaron en lo que querían conscientemente de ellos y, sobre todo, en el deseo inconsciente. Hacerse cargo de cómo uno vivió eso es el camino para responsabilizarse de cómo uno vive y manejarse de modo saludable con los síntomas. Hacer historia para el presente y el porvenir, para “desengancharse” y “hacer las paces” con los fallos (algunos, inevitables) de los padres y con lo que uno hizo con lo que hicieron (y dejaron de hacer) con uno.

Dice Virgilio: “Por qué se casó mi padre y por qué tuvo seis hijos, es un misterio. Iba haciendo los hijos a falta de otra cosa más importante que realizar. Copulaban sin belleza, sin lujuria, sin pasión; una cópula practicada, no por ellos sino por la inercia. (...) El hambre de silencio de mi padre era cada día más apremiante. Seríamos castigados severamente si, en ocasión de estar papá anegado en su silencio, con su cabeza sumergida en el mar de la Nada, alterábamos este silencio con alguna risa, ruido o voces. Entonces, saltaría como una furia y seríamos perseguidos y copados en las faldas de nuestra madre”.

¿Qué desea su padre reconocer en su hijo? ¿Son los deseos de Virgilio reconocidos por su padre? ¿Qué deseo alberga por él su padre? ¿Nada? Algo sí, habría que saber el qué (además, está su madre), así Virgilio puede ir tirando en la vida. La escritura (repleta de personajes atormentados, sufrientes tanto en la mente como en la carne) es su salvavidas; para otros, el trabajo, la pareja, una afición... Virgilio tiene enormes dificultades para amar: muchos contactos sexuales esporádicos y ninguna relación amorosa estable, comprometida. “Mi tragedia es que yo no podré nunca conocer o gozar nada”.

“Siempre pensé en asombrar al mundo con una salida teatral. Envidio al hombre que salió desnudo por la calle...” Un padre se deja asombrar por su hijo, tanto en lo que le congratula como en lo que le disgusta: quizá de esto careció Virgilio, poco más que un cero fue para su padre. Lo peor es ser considerado nada. (Peor que mandar un hijo a la mierda, es mandarlo a la nada.) “Tenga piedad de nosotros la nada”, dice. Y estas palabras enigmáticas: “El sentimiento de la Nada por exceso es menos nocivo que el sentimiento de la Nada por defecto”. La curación pasa por desatarse de ser nadie o de ser un objeto para el goce de otro. Ser alguien en el deseo propio en relación a los deseos de los demás.
2004

Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica