Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica
Comparta esta página en:
Agregar a Delicious   Google Bookmarks   Twitter   Facebook   MySpace   Live Spaces   Blinklist   Yahoo Bookmarks   Digg   Favoriting   Furl   StumbleUpon   Reddit   Technorati
Pulse aquí si desea que le avise cuando añada nuevos contenidos

¿SOY TRATABLE O INTRATABLE?
(2004)

Quien sufre, incapaz de superar su sufrimiento por sí mismo (la fuerza de la voluntad no le vale) ni con ayuda de su entorno, puede preguntarse: ¿Estoy en condiciones de hacer un tratamiento? Más que poder hacerlo, desearlo: así se hace posible emprender el camino sinuoso de la curación.

Un tratamiento que toma el síntoma (aquello con lo que uno sufre), como la punta de un iceberg: debajo del agua, oculto en mi historia y en mi presente, está la mayor parte del iceberg. Por tanto, un tratamiento psicoanalítico, que tiene en cuenta el inconsciente: eso que no sé qué es pero que me lleva al sufrimiento, más allá de mis buenos e infructuosos propósitos de cambiar. En el inconsciente sí se sabe: lo curativo es, poco a poco, acceder a ese saber que uno no sabe que sabe. ¡Glup!

Juan David Nasio, en su estupendo libro divulgativo “Un psicoanalista en el diván” (Paidós), señala cinco condiciones necesarias para poder hacer un tratamiento:

1.-Estoy sufriendo en los límites de lo soportable y me quejo. Me duelo, me agobio, me angustio, me deprimo, me siento incapaz de..., temo que..., estoy caído y hundido desde que..., tengo grandes dificultades en mis relaciones con..., en lo sexual sufro de..., me horroriza salir a..., no como o me doy un atracón y vomito cuando..., me desgano..., me obsesiono pensando que..., me falta y..., estoy gris, apagado y mortecino...

2.-Me pregunto por qué sufro, por qué estoy mal. Las respuestas que me doy no me sirven, o no sé la respuesta. Tampoco me son útiles los comentarios y ánimos de los demás. Deseo saber para curarme, para mejorar la vida que llevo...

3.-Quiero obtener respuestas y tengo paciencia en el trabajo curativo mientras aún no han llegado. Estoy abierto a hacerme preguntas nuevas sobre mí y esperar respuestas. Consiento dejarme sorprender por mí mismo, abrirme a lo desconocido, digerir internamente cada paso y hacer de cada paso una meta, sin abandonar el proceso porque aún no he alcanzado la meta final.

4.-Tengo esperanza: espero que el tratamiento me ayudará a atravesar mis dificultades. Creo que este terapeuta o psicoanalista sabe ayudarme. Confío o aprendo a confiar. El tratamiento me abre una promesa: que con esta persona podré avanzar en mi curación. Está aquí para posibilitármelo, para nada más. Me guía para que yo aprenda a guiarme a mí mismo.

5.-Hace falta que quien consulta sienta, además de deseo, cierto miedo a comprometerse en la cura. ¡Qué paradoja! Miedo a curarme: algo me amenaza -inconscientemente- si me curo, si renuncio a seguir sufriendo así. Qué difícil comprender y aceptar esta contradicción; qué fácil considerar que es una majadería. Se hace presente la duda en entregarme al trabajo de curación, al profesional que me lo facilita. Es un miedo y unos nervios a exponerme ante el otro en las sesiones, ante mí mismo. Cierto miedo es necesario porque revela que debajo atesoro el deseo de saber de mí y de curarme. Y sólo cuando el deseo es más fuerte que el miedo al deseo, me atreveré.

Con humildad, valentía, miedo, nervios, dudas, deseo (de saber y de curarme) y una incipiente confianza: así puedo empezar un tratamiento, es el precio que he de pagar si comienzo. Si no, pagaré otro precio: seguir sufriendo como hasta ahora o empeorar. Uno elige.
2004

Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica