Un acontecimiento se hace traumático cuando nos desborda, nos sobrepasa: algo lo hace intolerable. Entonces, lo sepultamos o lo intentamos olvidar o se nos torna hiperpresente, lo cual puede traer síntomas. Ante un mismo hecho, cada persona tendrá una forma singular de reaccionar (aunque pueda haber algunas características comunes). Por ejemplo, para uno, la pérdida de un ser querido conduce a un tránsito de duelo sano, pero para otro, se convierte en algo traumático y lleva a una depresión, un trastorno de ansiedad... Pueden convertirse en traumáticos hechos violentos, accesos tempranos al goce sexual, ser tomado como objeto (abusos, violación, maltrato...), accidentes, ser señalado como “nada” por el padre o por la madre (que no da al hijo un lugar de deseo ni de aceptación), ser testigos de algo que nos parece brutal (a lo cual los ojos se quedan prendidos), etc. También, barbaridades terroristas como la del once de marzo del 2004 en las estaciones de tren de Madrid.

Quiero traer aquí las palabras de un superviviente del accidente de avión en Los Andes de 1973. Setenta y tres días entre los cascotes del fuselaje a 4.500 metros y temperaturas hasta 50 grados bajo cero. Gustavo Zerbino no sólo sobrevivió, sino que ha sabido rehacer su vida. En una entrevista, 31 años después, dice: “En la vida no importa las cosas que pasan sino lo que nosotros hacemos con ellas y qué enseñanza sacamos de cada situación. A nosotros, en la cordillera, nos tocó sufrir mucho, pero también aprender mucho. (...) El destino está en lo que hago yo con lo que me pasa. A dos personas les puede ocurrir la misma cosa, pero no hacen de ello algo igual”.

“La vida es un regalo y vivimos corriendo angustiados por el miedo, pero el miedo es algo que sólo está en la mente, que proyecta imágenes de cosas que pensamos que van ocurrir. Borges se dio cuenta antes de morir de que había pasado más de la mitad de su vida preparándose para afrontar problemas que nunca se presentaron. Ocurre con el dolor que se instala desde el pasado por cosas que ya no se pueden cambiar. En la cordillera aprendimos a vivir el presente y el presente es regalo; en ese momento no existe el miedo si actúas con responsabilidad. Hacer lo que uno debe es honrar la vida; pero si por miedo caigo en la parálisis, me pierdo lo más importante, que es vivir. Hoy hay mucha gente que en vez de vivir, duda.”

“Tenemos que ser responsables: es la habilidad de responder con la acción a lo que ocurre alrededor y modificarlo. Y cuando somos responsables estamos alegres, comprometidos y vivimos en paz. Echar la culpa a otro no arregla nada. (...) Acepto la realidad tal cual es, y al hacerlo y no resistirme a ella, dejo de padecer. El sufrimiento está en la mente.”

“La fe es cuando una persona va a iniciar una acción confiando en el resultado y da todo de sí. (...) La felicidad no es tener cosas, sino disfrutar de lo que uno hace, quererlo.”