HOMBRE: Quiero follar contigo.
MUJER: Follar me suena mal. Prefiero hacer el amor. Pero antes, hablemos.
H: Hemos charlado en la cafetería. Hemos visto la película de amor que tú querías y la hemos comentado. Hemos paseado agarrados de la mano. Ahora, estamos frente a la tele. Vamos a la cama.
M: No me has dicho que me quieres.
H: ¿Lo dudas?
M: No, pero necesito que me lo digas.
H: Pues ya lo sabes.
M: ¿Ya está?
H: ¿Qué más quieres?
M: Conocerte más. Y tú a mí.
H: Pero si llevamos años casados.
M: Ya no eres tan cariñoso. Cada día te conozco menos.
H: Está bien, hablemos.
M: Adelante.
H: Tú eres la que quiere hablar: di de qué.
M: De lo que tú quieras. Y no es de qué: es para qué.
H: Pues háblame de lo que quieras para lo que quieras.
M: De algo que tú necesites decirme y yo escucharte para decirte yo lo que necesito que me escuches para...
H: ¡Para el carro! A ver... A bote pronto, no se me ocurre nada.
M: ¿Y pretendes que hagamos el amor?
H: ¿Qué tiene de malo?
M: Entonces ya no querrás escucharme.
H: Tus gemidos, sí: ya sabes cuánto me ponen.
M: No te importan mis cosas. Si me escucharas más, tendría más ganas.
H: ¿Cómo quieres que te escuche, si hace tanto que no follamos? En fin, venga, te escucho.
M: Así es artificial.
H: ¿Qué es lo que tanto necesitas decirme?
M: Nada en concreto: es el hecho.
H: Necesito que lo concretes.
M: Ya no me apetece.
H: ¿Por qué?
M: Ahora, no me vale decírtelo.
H: Háblame, por favor.
M: No te pongas pesado.
H; Entonces, ¿qué hacemos?
M: Me voy a ver unos emails y chatear.
H: Yo me voy a la cama.
M: No me esperes despierto.
H: Claro que no, ¿para qué?