Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica
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LAS VERDADES DE LAS MENTIRAS DE TU HIJO
(2002)

¿Por qué mentías a tus padres?

Imagina que tienes 40 años. Domingo lluvioso. Estás comiendo en casa de tus padres con tu pareja y tus dos hijos. Cuentas la visita al zoo en las vacaciones. Tu padre te dice: “¿Te acuerdas de mi elefante de porcelana? Lo traje del viaje de novios a Palma. Me miraba desde una balda del salón hasta que un día, hace unos 30 años, apareció hecho añicos. ¡Nadie había sido! Es uno de los misterios de nuestra familia”.

El silencio enfría los filetes. Abres la boca para bromear diciendo que fue tu hermana, pero la cierras sin articular palabra. De súbito, como cuando subías en el tío vivo, sonaba el pitido de salida y se ponía en marcha sin ya poder bajar, tus labios pronuncian: “Fu-fu-fui yo, papá. Lo siento. Fue sin querer”. Te parapetas en espera de su voz atronadora, pero sonríe: “Siempre lo supe. ¿por qué no lo admitiste?”. Tomas un trago de agua: “Tampoco te dije que cuando se me cayó, me encerré en el baño a llorar. Después te enfadaste tanto y nos disparaste tales gritos a todos (como un ogro), que pensé que si confesaba me iba a caer la riña de mi vida. Tuve miedo de ti”. Tu padre corta un trozo de carne y lo mastica mirando el plato. Continúas: “Días más tarde, te regalé un dibujo”. “No me acuerdo”, dice él. “Yo, sí”, dice tu madre.

Un modo de acercarte a la comprensión de algunas mentiras de tus hijos, es acordarte de tus mentiras y tus motivos.

Las mentiras son como las naranjas

El hecho de mentir es la cáscara. Si te preocupas sólo por que tu hijo haya mentido, estás olvidando la jugosa fruta. Para saber qué hacer ante su mentira, es necesario separar el engaño de las motivaciones internas, y dar a estos dos aspectos un tratamiento distinto. Usa tus dos brazos en dos momentos diferenciados: con uno, censura que haya mentido; con el otro, abraza la causa le ha llevado a mentir.

Un padre o madre que sólo se ocupa de poner consecuencias negativas a las mentiras, se está comiendo la cascará: la relación con tu hijo se os indigestará a los dos... y las mentiras persistirán. Para saber qué hacer, antes hace falta que desees “mirar” a tu hijo y “comprender” sus razones (al menos, parcialmente, en la medida que puedas). Son tres pasos, por este orden: ver, entender y hacer.

Las razones de las mentiras

Las mentiras no sólo ocultan la verdad; también la reflejan. En las mentiras brilla la verdad. Son una oportunidad para descubrir qué le está sucediendo a tu hijo. Las mentiras representan una petición verdadera al padre, o una protesta, o una defensa... He aquí una lista de posibles razones que pueden llevar a tu hijo a mentir:
-No me entiendes, entiéndeme.
-Tengo miedo a tu reacción.
-Estoy enfadado contigo, así que jódete.
-Me da vergüenza decirlo. O te vas a avergonzar de mí.
-No confío en ti, aunque querría confiar en ti.
-No me aceptas. Acéptame. Apruébame.
-Fui incapaz de hacer lo correcto.
-Estoy en guerra contigo.
-Quiero llamar tu atención.
-No me escuchas. Escúchame.
-Te vas a burlar de mí.
-Fue un error, pero te lo tomarás como si lo hubiera hecho adrede.
-Me estás presionando.
-Me reñirás y me castigarás, y no harás más por mí.
-No me vas a dejar explicar por qué te miento.
-Me siento inseguro.
-No quiero decepcionarte.
-Necesito que estés contento conmigo.
-Estoy rabioso o triste..., pero otras veces no haces caso a mis emociones o las descalificas, así que miento y me libro de expresarte cómo me siento.
-No me creerás si te digo la verdad.
-Me siento solo.
-Estoy celoso.
-Quiero hacerme el importante porque me siento insignificante.
-Me siento sometido a prueba constantemente.
-Me repatea que me interrogues.
-Soy torpe.
-Me siento excluido.
-Quiero más independencia.
-Necesito proteger una parte de mi intimidad.
-Estoy en rebelión contra ti.
-Estoy poniéndote a prueba para ver hasta dónde llega tu aguante.
-No me pones límites suficientes.
-No te importo.
-Temo tu agresividad.
-Temo que me pegues.
-Temo que me pongas en ridículo delante de otros.
-Tú también me has mentido otras veces.
-He sido dañado.
-No soy un chivato.
-Necesito aparentar más de lo que logro y ganar tu admiración y estima.
-Es el único modo que sé para conseguir tal cosa.
-Quiero cargarme tu autoridad sobre mí.
-Me criticas constantemente, a la mínima.
-No te fijas en las cosas buenas que hago.
-No viniste a verme al partido de fútbol.
-Etc.

Ante una mentira de tu hijo, ponte la indumentaria de explorador, mira a tu hijo más allá de sus palabras mentirosas y transmítele que deseas comprender qué le lleva a mentir.

Escrito en 2002.
Publicado en la revista Seme-alabak [Hijos e hijas], febrero de 2003, nº 4. Publicación de la Escuela de Padres y Madres de Getxo, Ayuntamiento de Getxo (Bizkaia), Servicios Sociales.
2002

Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica