Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica
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ANGUSTIA QUE INUNDA
(2002)

La experiencia de la angustia (ligada, en momentos determinados, a diversos sufrimientos: fobias, ataques de pánico, situaciones traumáticas, obsesiones, pérdidas y duelos, depresiones, etc.) es como una presa que se hace añicos por la presión del agua: se desborda de golpe y nos inunda con la sensación de que no lo podremos soportar. Puedes sentir que te vas a volver loco, que algo descomunal y descontrolado te va a ahogar, que el corazón y los pulmones explotarán en tus entrañas, que te vas a morir. Cuidado: la vivencia de la angustia, por sí misma, al igual que el más abismal dolor, no mata. Puede ser jodidísima, pero no mata.

La angustia es un afecto que nace del interior de la persona (aunque a veces se asocie a acontecimientos externos) e invade con fuerza desbocada. Algo que tú no sabes, que es inconsciente, resulta intolerable, lo reprimes para no saber nada de ello, pero a veces revienta la tapa de la olla a presión. Paradójicamente, los sufrimientos antedichos (fobias, obsesiones, depresiones, trastornos de ansiedad, síntomas corporales de origen psíquico...) representan un intento de solución (fallida pero necesaria mientras no sepas más de ti) para protegerte de la angustia y sus causas.

El origen de la angustia y las maneras de manejarnos más saludablemente, se encuentran remontando el cauce del río cuyas toneladas de agua rompieron la presa. En tu historia: ¿qué situaciones viviste que superaron tu capacidad de comprensión y asimilación?, ¿qué te fragmentó?, ¿qué hiciste o te hicieron, que no pudiste tolerar?, ¿cómo fue tu desamparo ante una acumulación de fuerzas de tu interior que no pudiste descargar y te tragaste sin digerir, como un gargantúa que engulle pero no tiene por dónde expulsar?, ¿por qué no lograste hacer las separaciones necesarias de tus seres queridos?, ¿a qué o a quién te encuentras adherido con pegamento del quince y medio?, ¿qué hiciste con los amores y los odios en tu peripecia familiar?, ¿qué te faltó?, ¿qué te excedió?, ¿qué no admitiste que te faltara, cuando hay faltas en la vida que son impepinables?, ¿qué peligros te descuajeringaron?, ¿qué causa tu deseo?, ¿por quién te sentiste devorado... o por qué quisiste eso?, ¿qué te pasó con tu pretensión de serl

o todo para otro?, ¿con qué gozaste de modo insoportable?, etc, etc. No te marees intentando buscar ya todas las respuestas. Deja las preguntas abiertas. Mejor: escoge un solo cuestionamiento sobre ti (quizá uno no mencionado) y déjalo digerir lentamente. Ten en cuenta que tus enigmas y los conflictos que llevan a la angustia los enterraste inconscientemente. Si quieres ponerte en el camino de la curación, habrás de remontar el río con balsa, flotadores, escafandra, pico y pala..., y ayuda si no puedes solo. Trabajar en ti y en tus laberintos es el único medio para ir viéndote, comprendiéndote y construyendo tus salidas.
2002

Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica