1.-La salud depende de la capacidad tanto de disfrutar de lo positivo como de encarar las adversidades. Y de conocer, aceptar y hacer las paces con los propios límites: amarme con mis límites en lugar de despreciarme por ellos.

2.-Es crucial ver cómo me manejo con lo que me falta y con las faltas de los otros significativos de mi vida. Sentirme en falta es lo que posibilita desear, ponerme activo con proyectos, iniciativas, relaciones constructivas...

3.-El deseo de ser todo para el otro, y de que el otro sea todo para mí (es decir, que el otro -padre, madre, pareja, hijo, etc.- me colme, me llene, me cubra mis faltas, mis carencias) aboca a sufrir o enfermar intentando lo imposible.

4.-El camino de la curación consiste en descubrir y persistir en lo que uno de verdad es, admitiendo no pretender ser lo que uno no es. Es tomar la justa medida de uno mismo, sin tratar de ser más... o menos. La enfermedad es una sobreañadidura a lo que uno es, un pesado fardo que tememos soltar.

5.-La depresión es un síntoma a modo de gabardina con que infructuosamente nos protegemos de un torrencial aguacero interior. ¡Me llueve por dentro y me pongo la gabardina por fuera! Es estar caído, derrumbado por dentro. ¿Qué se me ha desmoronado? Para reconstruirme he de recorrer los parajes destruidos y rescatar lo que soy entre mis escombros. Es necesario desempolvar mi historia, es decir, ¿cuál es el texto de mi vida? Es un texto en que localizar lo que escribí de modo deformado, los espacios en blanco que olvidé o reprimí (de los que no quise saber, pero que me condicionan), lo que otros escribieron por mí (me dejé, por determinadas razones que ahora se requiere destapar), las falsedades de mí que he creído verdaderas...