Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica
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PÉRDIDAS Y DUELOS - I
(2002)

Un duelo es la reacción psicológica ante una pérdida de algo o de alguien. Se trata del impacto producido en las emociones, pensamientos, hábitos, conductas de relación con los demás, etc.

La intensidad, duración y características del duelo dependen de la pérdida acontecida en la realidad. Así y todo, lo fundamental es lo que representa esa pérdida para esa persona en particular, y cómo entra a formar parte de la serie de pérdidas que toda vida acarrea. Porque lo que nos marca no es lo que la vida hace con nosotros, sino lo que cada uno hace con lo que la vida le hace. Es decir, la clave no reside en los acontecimientos, sino en cómo nos los tomamos, la manera en que los significamos, qué movilizan desde el inconsciente, el modo en que los afrontamos o los tapamos.

¿Cómo nos ha herido la pérdida? ¿Qué hacemos con la herida? ¿La observamos, la admitimos, nos cuestionamos a partir de ella, la cuidamos, aplicamos alcohol (aunque escueza) y gasas, y después la dejamos al aire para que vaya cicatrizando? ¿O hacemos como si no estuviéramos heridos (ante uno mismo, ante los demás), no dejándonos sentir ni compartir el dolor, la rabia y otras experiencias sanas y necesarias, aunque duras... y barriendo la herida bajo la alfombra donde se pudrirá pero no desaparecerá ni curará? ¿O nos quedamos adheridos a la herida, y pasa tiempo y tiempo pero seguimos prendidos a la herida sin poder mirar ni más allá ni más acá de nosotros, girando la vida en torno a la herida sin permitir que cicatrice? Escapar de lo que nos duele o pegotearnos al dolor conduce al sufrimiento. Así, lo que podía haber sido un duelo sano y necesario para crecer, se torna en transtornos de ansiedad, miedos, fobias, depresión, aislamiento, angustia, dificultades sociales, etc.

Distingamos algunos tipos de pérdidas: Las etapas del crecimiento (pérdida de la niñez para ganar la adolescencia, pérdida de la adolescencia para entrar en la adultez...). Pérdida del país y tradiciones culturales (emigrantes). Pérdida de bienes materiales, del trabajo, de estatus, de roles sociales... Pérdidas de vínculos afectivos (amistades, pareja, familia...). Pérdida de la salud de uno mismo o de un ser querido (enfermedades, deterioros físicos, amputaciones, estados terminales...). Pérdidas de facultades (minusvalías). Pérdidas de proyectos e ilusiones. Muerte de un ser querido.

Por dolorosas que puedan ser, las pérdidas nos colocan en un duelo cuya elaboración representa un paso de gigante en el crecimiento personal. Saber perder, saber dolerse, es abrirse a ganar, y recuperar la alegría de vivir.
2002

Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica