EL ÁRBOL GENEALÓGICO Y LA FAMILIA ADOPTANTE (EVA GIBERTI)
(De un capítulo del libro de Eva Giberti et al., Adopción para padres. Buenos Aires: Lumen, 2001, 188-190; 194-196)
(De www.evagiberti.com/articulos/adopcion03.shtml)
En el modelo que comenzó a aplicarse -no sólo entre nosotros-, la escuela, argumentando la importancia que tiene la historia familiar en la formación de la identidad (ya que todo ser humano es un sujeto históricamente comprometido con quienes lo precedieron y con quienes lo continuarán), avanza sobre la vida privada de las personas que componen una familia. En particular se irrumpe en la sexualidad que se pone en juego cuando se engendra -o no- un hijo. Corriendo el riesgo de inducir un prejuicio, podría conjeturar que esta nueva práctica escolar intenta contraponer la existencia de familias "normales", convencionales, con las familias que actualmente eligieron otros modelos de convivencia.
Sería pertinente pedir opinión acerca del árbol genealógico a las familias -cada día más frecuentes- en las cuales el “padre” del bebé no es quien lo engendró sino un donante de esperma, por lo general anónimo, y que, obviamente, no puede considerarse su padre. La familia podrá eludir la aclaración, y en el árbol se prenderá la foto del papá psicológico-social, pero entonces habrán escamoteado la genealogía, es decir, la pareja quedará teñida por un malestar que resulta de tener que referirse al modo en que se concibió al hijo, o mentir.
Resultará interesante evaluar los efectos de la construcción de este árbol genealógico cuando -y según pueden dar fe varios jueces- algunos chicos que no son adoptivos deban explicitar que son hijos de su abuelo y de su mamá que es una menor (víctima del incesto de ese abuelo). Pero ése es un tema diferente, si bien está involucrado en esta pesquisa escolar que aparece como un juego para las familias convencionales, pero que abre las compuertas de la discriminación contra quienes viven según otras concepciones no convencionales (y aun delictivas) de lo que se entienda por familia.
Si las autoridades de las instituciones escolares decidieron estimular el esclarececimiento de los niños y de las niñas acerca de su historia familiar corresponde proceder técnicamente, es decir, anticipando con qué se van a encontrar tanto el magisterio cuanto los chicos, así como los padres de los alumnos, cuando un compañerito explique que vive con la pareja formada por Pedro y por Juan que son sus padres. O cuando otros expliquen que tienen medio hermanos, o cuando el alumno explique que es adoptado pero que ya le dijeron que a los 18 años va a poder leer el expediente con la "otra historia"
O sea, apostar al árbol genealógico no constituye esclarecimiento alguno acerca de las propias raíces si previamente no se dictan cursos de actualización para el magisterio actualizando el concepto de familia, de acuerdo con los aportes de las Ciencias Sociales y con las evidencias que la Demografía pone de manifiesto De lo contrario la producción de un árbol genealógico en la escuela podrá convertirse en la correa de transmisión de datos pervertidos por las interpretaciones que podrían hacer los mismos chicos, el magisterio y los padres de los alumnos.
¿Qué se pretende decir con “árbol genealógico construido en la escuela”?
Al recorrer la historia de este árbol y su vigencia actual, encontramos largas nóminas de familias europeas y latinoamericanas que prolijamente, enumeran los antecedentes de sus antepasados y los cuelgan en Internet, entusiasmados ante esta posibilidad de comunicación pública: ya no será necesario que el resto de la gente recurra a las bibliotecas especializadas para revisar las historias de las familias que se consideran importantes; ahora es suficiente con navegar, democráticamente, por la red . También merced a Internet las familias que deciden darse a conocer por el puro placer de hacerlo, ingresan con sus datos y además algunas incorporan la publicidad de sus actividades (si son de índole artística).
Veamos la etimología: los textos que se ocupan de genealogía y de heráldica aportan variantes respecto del origen del árbol genealógico cuyo origen radica en una palabra derivada del griego génos, generación, familia, naturaleza, estirpe, tronco, linaje.
Estas derivaciones están unidas en geno, que es un arcaico de gigno y quiere decir engendrar, dar a luz, producir. A su vez, geno se encuentra en la cuna etimológica de todas las vertientes de “genital” (propio para engendrar, alianzas matrimoniales, suelo natal, genitura, simiente, ser creado, procrear). (...)
¿Cómo acompañar a las familias adoptantes cuando aparezca el árbol genealógico?
El árbol genealógico se identifica por su tronco y su copa (hojas y ramas) de donde penden o donde se aposentan los antepasados.
Los adoptivos tienen un tronco que sostiene una copa donde figuran los miembros de la familia adoptante que responde a su identidad jurídica: es adoptivo porque la ley así lo indicó. Entonces, allí se encuentran papá y mamá, los abuelos, primos y tíos y sus respectivas parejas, como ocurre en cualquier otro árbol. Pero para los adoptivos, la clave se encuentra en aquella parte del árbol que no está a la vista: la raíz.
Si admitimos que la raíz constituye el soporte y vía de alimentación de toda la pieza vegetal, podremos localizar allí el origen genético, biológico del adoptivo, tramado con lo que pudo haber sido el deseo de quienes lo concibieron, aun coyunturalmente. Dibujamos entonces una raíz sin la cual este árbol no hubiese existido. y en esa raíz encontramos a quienes lo engendraron. Ellos permanecerán ocultos y desconocidos, como si quedaran bajo la tierra, mientras los adoptantes aportarán la construcción del árbol de la vida que crece en el mundo después del nacimiento del bebe. El tronco, las ramas y la copa del árbol, se construyen entre el niño y la familia adoptante e incluye tíos, abuelos y primos con los que el hijo adoptivo mantiene contacto
Este es el árbol de la vida del hijo adoptivo que tiene un origen en la raíz, a partir de concepción de la semilla, su plantación y gestación en el interior de la tierra. El árbol genealógico del adoptivo es el que deriva de esos orígenes, donde figuran los cromosomas que heredará y que determinan el color de la piel, de los ojos y del cabello, los rasgos físicos de quienes fueron sembradores.
Ellos, en la transmisión de sus cromosomas, implantaron la herencia biológica inicial cuya marca no puede escamotearse puesto que se consagra en el botón del ombligo filial, pliegue verificador de los restos del cordón umbilical que liga inapelablemente al feto y a la mujer que lo gesta.
Entonces, los adoptivos deberían construir su árbol genealógico de acuerdo con lo que genealogía quiere decir: origen genital con transmisión de herencia biológica. Esta es una simplificación reduccionista, ya que la transmisión entre seres humanos no puede ceñirse a los datos de la biología: implícita en esa transmisión se encuentra el deseo de los reproductores y los otros componentes de sus psiquismos construidos junto con la cultura de la que provienen.
Todo ello configura la fundación de un origen que no se limita a esa pareja reproductora, sino que incluye a sus antepasados, aquellos abuelos que el adoptivo debería incorporar en su árbol genealógico, respaldados por "la sangre" que regula las leyes de las genealogías y se constituye en soporte de la ley natural. Este capítulo de la historia del adoptivo persiste en la sombra: los adoptantes, por lo general, no sienten necesidad de reflexionar en el tema, más aún, se sobresaltan cuando el hijo pregunta: “¿Yo tendré hermanos?”, en alusión a otros hijos de la mujer que lo concibió. Y suelen reaccionar con inquietud cuando planteo la cuestión de los antepasados del hijo adoptivo, porque estos carecen de existencia real para esa familia. La experiencia demuestra que es así, esos antepasados no figuran en la realidad concreta del niño; lo que no impide saber que existen y que, desde la consanguinidad, son antepasados. Aunque la Ley indique que la adopción interrumpe todo vínculo con la familia de origen, es imposible cortar las cadenas cromosómicas de la herencia.
El árbol genealógico del adoptivo (es decir, el que corresponde a su origen) padecerá el arrancamiento de uno de sus brotes cuando ese descendiente sea cedido-entregado en adopción, para formar parte de otra familia, con la que construirá el árbol de su vida, aposentado en sus raíces genealógicas que sellan el parecido físico.
Me pregunto si las autoridades que incluyen el diseño del árbol genealógico de los alumnos tuvieron en cuenta los avatares por los que pueden atravesar los chicos y sus padres con motivo de esta búsqueda. También me pregunto por qué se prioriza el hablar de genealogía siguiendo el modelo medieval, cuando los maestros no son especialistas en el tema y cuando innumerables familias actuales aportaron modelos de vida que no se atienen al orden genealógico, sino a las pautas de una convivencia social regulada por sentimientos amorosos y por la inclusión de nuevas técnicas reproductivas.
Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica