Tras los dos miniartículos Fusiones madre e hijo I y II (con viñetas de mi práctica clínica) y antes de Fusiones madre e hijo IV (con una ilustración literaria: el cuento Mi mamá me mima de Laura Freixas), aquí va un poema célebre, Tus hijos, que traza el camino para alejarse de tales fusiones o alienaciones.
Lo escribió el poeta libanés Khalil Gibran (1883-1931), en el libro El profeta (1923).
Lo transcribo con mis variantes.
TUS HIJOS
Tus hijos son tus hijos y no son tus hijos,
son hijos de la vida,
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti,
y aunque contigo estén,
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos,
pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas,
porque ellas viven en la casa del mañana.
Enséñales a ser como ellos mismos
sin procurar hacerles iguales a ti,
porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer.
Aprende de ti y aprende de ellos:
así podrás enseñarles
siendo lo que eres tú
y permitiéndoles ser lo que quieren ser.
Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas,
son impulsados a su propio viaje.
Deja que tu mano de arquero
tense el arco
para que el amor de ida y vuelta
entre tu hijo y tú
surque libremente los aires.
Gibran no tuvo hijos, lo que no obstaculiza el saber que transmite en este texto. Sin embargo, el poema podría partir de su vida si lo pensamos como palabras dirigidas a su madre y a su padre, y a partir de ahí, a los padres y madres del mundo.