Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica
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FUSIONES MADRE E HIJO II
(2013)

(Fragmento de mi conferencia Psicoanálisis: Tratamiento entre líneas, 2013, que puede leerse en la sección ARTÍCULOS EXTENSOS.)

Una paciente, que tiene un hijo de cinco años, tres meses después de iniciar el tratamiento, dice:

         -Mi hijo y yo estamos pegados.

         La interrumpo para preguntarle por el significante pegados, que es un homógrafo (una manifestación de lo inconsciente): hay un mismo sonido para varias significaciones:

1| estrechamente unidos,

2| pegoteados con pegamento o cola de pegar,

3| golpeados.

         -Que estamos muy unidos -contesta.

         Tras varias asociaciones, dice algo nuevo:

         -Duerme conmigo. Es una gozada.

         Los psicoanalistas no solemos dar indicaciones a seguir, pero es relevante hacer excepciones, como en psicosis y en algunos casos como este. El goce incestuoso implicado en la fusión madre-hijo va tan en detrimento del niño, que le hago una indicación para poner la ley de la función paterna:

         -A tu hijo tienes que sacarlo de ahí.

         -¿Sí? Bueno, tiene su habitación preparada, pero está muy bien conmigo.

         Le digo que, además, el niño está ocupando el lugar vacante de una posible pareja de ella, lo cual no le corresponde y no es sin efectos. Corresponde que ese lugar quede sin ocupar y que el niño vaya a su propia habitación en su propia cama. Aquí el analista se juega que la paciente haga un análisis o interrumpa a favor del mantenimiento del goce de fusión y de la resistencia a la cura. O empieza a interrumpir el goce incestuoso o interrumpe el tratamiento.

         A la semana siguiente, la analizante habla de cómo ha instalado a su hijo en el cuarto que ya tenía preparado para él hace tiempo, habla de los efectos en ella y en su hijo... Y ella prosigue el tratamiento.

         A partir de este caso, reparemos en las lecturas del verbo saber. Esta paciente decía al principio que sabía por qué seguía durmiendo con su hijo, que se puede resumir en que ambos estaban así mejor, más cómodos, más tranquilos y más unidos. En este saber consciente está incluido un saber inconsciente del goce implicado, es decir, un no saber sabido. Y este saber inconsciente asoma cuando ella, tras mi indicación y lo hablado sobre el asunto, dice que ya no sabe por qué seguía durmiendo con su hijo, y varias entrevistas después ya va alcanzando partes de un nuevo saber. Por eso, por paradójico que resulte, cuando un paciente se ufana de su saber consciente, racional, de sentido común y corriente, es que desea saber menos que quien afirma que no sabe. Admitir no saber o poner en cuestión el saber corriente, ya es un buen punto de partida. Después, veremos.


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En el miniartículo Fusiones madre e hijo I, muestro una viñeta clínica de una madre y un hijo.

En Fusiones madre e hijo III, presento el poema Tus hijos, de Khalil Gibran.

En Fusiones madre e hijo IV, doy una ilustración literaria: el cuento Mi mamá me mima de Laura Freixas.


2013

Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica