Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica
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FUSIONES MADRE E HIJO I
(2013)


(Fragmento de mi conferencia Psicoanálisis: Tratamiento entre líneas, 2013, que puede leerse en la sección ARTÍCULOS EXTENSOS.)

Es una paciente (analizante) cuya lengua materna es el catalán. Como no sé catalán, el análisis discurre en castellano, que ella habla con fluidez.

         En la estantería de diccionarios de idiomas, está el de catalán-español, que a veces ha requerido consultas.

         Cuando a ella no se le ocurre la palabra en castellano, o cuando sí se le ocurre pero piensa también el vocablo en catalán, le pido la expresión en catalán.

         La analizante acudió con síntomas anoréxicos. Tras varios meses de entrevistas preliminares, en las que se presenta como una neurosis de histeria, cuenta un sueño de angustia, una pesadilla. Dice:

         -Me hundo en el mar. Siento que me ahogo pero sin ahogarme, hundiéndome en el mar.

         En entrevistas anteriores, ella me dio a conocer una palabra en catalán que va a aparecer en mi pregunta:

         -¿Te hundes en la mare?

         Mare significa madre en catalán y es como ella llama a su madre. Me lo había dicho en alguna sesión anterior. Entre mar y mare hay una sola letra de diferencia.

(Esto es una manifestación de lo inconsciente por similitud del sonido en dos palabras distintas. Son los parónimos: palabras que no suenan igual pero casi, hay al menos una letra de diferencia o una tilde, y tienen diferente significado. Por ejemplo: sexo y seso; aptitud y actitud; me sentí libre y me sentí liebre, pene (órgano) y pené (del verbo penar), coito y coíto. Así, lo real de la letra, hablado por una analizante como una escritura, se presta a que la escucha del analista sea una lectura de lo inconsciente.)

         La paciente responde:

         -Mare es mi madre. ¿Hundirme en mi madre hasta ahogarme?

         A partir de aquí, asocia diversas cuestiones sobre ella y su madre desde la infancia. Habla de escenas en que sobresalía una falta de reconocimiento (por parte de su madre) de los deseos de ella (de la paciente). Y una función paterna débil en el establecimiento de la ley que prohíba la fusión entre madre e hija (fusión que sería un goce incestuoso).

         Hay síntomas derivados de que el sujeto se aliena (se enajena, se funde) como objeto de goce complementario a un Otro gozante. ¿Qué diantres significa esto? ¿Qué narices significa ‘diantres’? Admito lo complicado de lo dicho. Será más sencillo traducir la primera oración de este párrafo así: hay síntomas debidos a ser poseído como un objeto por Otro, como si fuera una porción de ese Otro. Ya, pero ¿qué significa esto?

 Un ejemplo: Una madre que se presenta como no castrada -es decir, completa, sin falta- y que no da lugar a la separación, que toma al hijo como una parte de sí misma y que lo considera todo para ella, lo cual no pone límite a la pretensión del hijo de ser todo para esa madre. Es una madre cuyo deseo se agota por completo en el hijo: no hay deseo por fuera del hijo, no puede mirar lo que no sea su hijo. La función paterna es la encargada de introducir la ley como una cuña entre madre e hijo para separarlos y prohibir el goce de fusión en que están sumidos, pero hay casos en que tal función está desfallecida o no opera. Cuando el sujeto se encuentra con que el Otro está castrado (es decir, incompleto, en falta) y que él mismo también lo está, y que su misión no es completar al Otro, si lo asume, puede abrirse a un sano malestar. Y entonces puede relanzar su propio deseo y vivir las dichas y desdichas de la vida.

Una posición materna que permitiera la separación, la diferencia de los deseos de cada sujeto, y que no se encerrara en el goce incestuoso, sería como si la madre dijera al hijo:

-Primero, tras nacer, tómame y te tomo. Luego, a medida que creces, dejo de tomarte como todo para mí, pues tengo otros deseos aparte de ti: por tu padre, por mi trabajo, por mis aficiones, por tus hermanos... Y después, déjame y dejo que me dejes, que es una forma de que me tomes desde tu propio deseo. Tú no eres mi apéndice y yo no estoy completa contigo ni con nadie. Haz tu vida sin repetir en ti el destino de mi vida. Te he transmitido la vida con mis síntomas, con  mi deseo y con mis faltas para que tú la vivas con tus síntomas, con tu deseo y con tus faltas. Tus satisfacciones y tus elecciones unas veces me satisfarán y otras me decepcionarán porque no es lo que esperaba. Pero no me decepciona que me decepciones si has tomado la senda de tu deseo.

         Cuanto más se aleje una madre de esa posición, cuanto más persiga apresar a su criatura (y esto puede ser inconsciente), más complicado lo tendrá el hijo para separarse y para relacionarse consigo mismo y con los demás.

Abandonar a la madre no significa romper con la relación (aunque para algunos sí), sino apartarse de lo que ella desea que el hijo sea. Forjarse un destino propio, dar con el deseo propio, más allá de la madre. Es un proceso laborioso. Como dijo la psicoanalista Anna Freud (hija de Sigmund y Martha Bernays): “El papel de la madre consiste en estar ahí para ser abandonada”.

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En el miniartículo Fusiones madre e hijo II, muestro una viñeta clínica de una madre y un hijo.

En Fusiones madre e hijo III, presento el poema Tus hijos, de Khalil Gibran.

En Fusiones madre e hijo IV, doy una ilustración literaria: el cuento Mi mamá me mima de Laura Freixas.

2013

Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica