Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica
Comparta esta página en:
Agregar a Delicious   Google Bookmarks   Twitter   Facebook   MySpace   Live Spaces   Blinklist   Yahoo Bookmarks   Digg   Favoriting   Furl   StumbleUpon   Reddit   Technorati
Pulse aquí si desea que le avise cuando añada nuevos contenidos

TERMINARÁS EN EL ARROYO, COMO TU PADRE
(2010)

Este texto es un extracto del que, con mismo título, puede leerse en la sección ARTÍCULOS EXTENSOS.


         Esas palabras le solía decir su madre “siempre que se enfadaba conmigo”. Él, Charles, tiene más de 70 años cuando escribe en sus memorias (Mi autobiografía, 1964) esa frase que nunca ha olvidado.

         Un padre alcoholizado y violento. La madre se separa cuando Charles tiene un año, en 1890. Se cría con ella y con su hermano, cuatro años mayor que él.

         La madre es actriz cómica, bailarina y cantante en teatros de variedades de Londres, hasta que tras reiteradas faringitis pierde la voz para cantar. No la recuperará nunca ni volverá a ser contratada. Mantendrá a sus hijos con precariedad cosiendo en casa.

Cuando Charles tiene siete años, su madre es ingresada en el manicomio: “me dijeron que se había vuelto loca. ¿Por qué había hecho aquello? Ella, tan animada y alegre, ¿cómo podía haberse vuelto loca? Tuve una vaga sensación de que se había evadido de su propia mente de un modo deliberado y desertaba de nosotros”.

Unos meses después, la madre se recupera y va a buscarlos para vivir de nuevo con ella.

Charles tiene diez años cuando muere su padre a los 37 años “de hidropesía por abusar del alcohol”.

Dos años después, la madre, en la ruina, desnutrida, es ingresada de nuevo en un manicomio.



¿Se dan cita en esta historia las condiciones para que el hijo haya incrustado las palabras proféticas de la madre (“Terminarás en el arroyo, como tu padre”) como un destino impuesto del que no poder escapar? ¿Se empeñará inconscientemente en seguir el destino del padre o será capaz de forjar su propio destino? ¿Enloquecerá como la madre? ¿Se truncará su carrera profesional como les sucedió a su padre y a su madre? ¿Es un niño condenado a repetir?

         Charles Chaplin, célebre por su personaje Charlot, se las ingenió para no acabar en el arroyo, como su padre, y para no enloquecer, como su madre. Llevó a cabo su deseo de ser actor y director, y formó una familia de la que dijo sentirse satisfecho.


         Estemos advertidos de las palabras proféticas de una madre o de un padre, sobre todo si se dirigen a un destino repetitivo y trágico. La tarea: sobreponerse a ellas, desprenderlas en la medida de lo posible, para que el propio deseo se abra paso. Separarse de ser una prolongación de la trayectoria fracasada o patológica de un padre o de una madre. Tomando de ellos, esto sí, lo que da alas al propio deseo.



 

2010

Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica