Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica
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EL PAPEL DE LA MADRE CONSISTE EN ESTAR AHÍ PARA SER ABANDONADA
(2009)

Eso decía la psicoanalista Anna Freud.

         Erna Furman, psicoanalista, comenta esa afirmación: “Cuando se consigue que los niños no se sientan culpables por crecer, estos pueden captar con simpatía el papel de la madre: estar ahí para ser abandonada”.

         Furman añade: “Una niña de nueve años se estaba preparando para dejar la casa por primera vez: se marchaba de acampada una semana con el colegio. Como su madre y ella misma decían, se escribirían, se echarían de menos... La pequeña dijo: Sí, mamá, te voy a echar de menos, y tú me vas a echar de menos a mí. Pero tú me echarás en falta menos que yo a ti, porque para mí es el principio de la vida, y para ti es la mitad. La niña comprendía bien que lo que hace llorar a una madre no es sólo su hijo, sino ella misma, su vida que va pasando para ella y para sus hijos, poco a poco, hasta que estos se convierten en la nueva generación de adultos”. (Erna Furman, psicoanalista. En Claudine Gleissmann y Didier Houzel, comp., El niño, sus padres y el psicoanalista, 2000. Madrid: Síntesis, 2006, cap., “Las madres deben estar ahí para ser abandonadas”, 250)

         Cuando nacemos (incluso antes, por las expectativas puestas), amanecemos al deseo de la Madre. ¿Qué me quiere? ¿Qué quiere de mí? ¿Qué quiere hacer de mí? ¿Para qué me quiere? ¿Soy el único de quien quiere: soy todo lo que desea o hay alguien/algo más?

         Una adecuada posición materna sería como si la madre dijera al hijo: Primero, tómame y te tomo. Luego, dejo de tomarte como todo para mí, pues tengo otros deseos aparte de ti: por tu padre, por mi trabajo, por mis aficiones, por tus hermanos, etc. Y después, déjame y dejo que me dejes, que es una forma de que me tomes desde tu propio deseo. Tú no eres mi apéndice y yo no estoy completa contigo ni con nadie. Haz tu vida sin repetir en ti el destino de mi vida. Te he transmitido la vida con mis síntomas, con  mi deseo y con mis faltas para que tú la vivas con tus síntomas, con tu deseo y con tus faltas. Tus satisfacciones y tus elecciones unas veces me satisfarán y otras me decepcionarán porque no es lo que esperaba. Pero no me decepciona que me decepciones si has tomado la senda de tu deseo.

         Cuanto más se aleje una madre de esa posición, cuanto más quiera apresar a su criatura (y esto puede ser inconsciente), más complicado lo tendrá el hijo para separarse y para relacionarse consigo mismo y con los demás.

         Abandonar a la madre no significa romper con la relación (aunque para algunos sí), sino apartarse de lo que ella desea que el hijo sea. Forjarse un destino propio, dar con el deseo propio, más allá de la madre. Es un proceso laborioso.

2009

Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica