Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica
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PSICOTERAPIA PORNOGRÁFICA EN LA TELE: LA CAJA
(2009)

La caja es un programa de Telecinco que se ampara en hacer el bien. Seis psicólogos toman a personas con síntomas y, tras varias entrevistas, las meten en una caja durante una hora.

La caja (con varias cámaras de televisión) consta de cuatro paredes con pantallas gigantes que muestran imágenes (fijas o en movimiento) para impactar al paciente, para sacudirlo como a un monigote. ¡A ver si así se le despegan los síntomas!

Un hombre ha perdido dos hijos, nuera y nieto en el accidente de avión de Spanair del pasado agosto. Le hacen una sesión catártica de elaboración 'exprés' del duelo.

Someten a una mujer con fobia a las cucarachas a un tratamiento con imágenes de multitud de cucarachas, con un primer plano frontal, inmenso, de la cara de una. Y la agreden a bocajarro con una interpretación (¿) del origen inconsciente del síntoma en su infancia.

No incidiré en los métodos empleados, sino en lo peor: que incurren en un espectáculo obsceno, pornográfico. Pornografía que enseña lo más íntimo del sujeto: sus síntomas, sus modos de sufrimiento y de 'goce', los entresijos de sus historias personales.

Tal exhibicionismo puede ser contraproducente para los voluntarios que se exponen ya que es, en sí mismo, un acto sintomático. Y puede despertar el morbo gozoso en la pulsión de mirar de algunos telespectadores.

Estos psicólogos, ellos sí, ocultan su nombre y no dan la cara. Consienten y propician el traslado de las sesiones al centro del escenario de un circo. Quieren curar sin cobrar a los pacientes, pero haciéndoles pagar un elevado precio por tratarlos como a objetos puestos en el escaparate con un letrero colgado al cuello: “¡Miradme!”

Incluso más grave resulta en Supernanny y S.O.S. Adolescentes, en que una psicóloga con cámaras entra a las casas para tratar conflictos familiares y problemas de los hijos. En La caja, al menos son adultos, pero en los otros dos programas son menores exhibidos en lo más íntimo como muñecos de feria. Aunque los padres consientan, se está perjudicando a los niños, se está 'gozando' de ellos. Merecería que el Defensor del Menor se planteara intervenir para proteger a estos menores.

El proceso de curación se ha de ejercer en la privacidad de una consulta. Con la garantía del profesional de guardar secreto de los secretos desvelados por los pacientes. La palabra es libre con esa condición.

En la época actual, el derecho al secreto es violentado y la frontera de lo íntimo salta en pedazos. Los otros quieren clavar el ojo y hay medios de comunicación (sobre todo, internet) que ofrecen un soporte para dar carnaza a la mirada del Otro. Estemos advertidos.

Tiempos de omnividencia, de sujetos gozando de exponer su intimidad ante el 'goce' de quienes miran. Eclosión de pornografía sexual amateur en internet, de confesiones personales en las pantallas de la tele y de los ordenadores. Pareciera que un secreto se caracterizara por ser lo más expuesto al mundo.

Quienes dirigen La caja arrancan secretos bajo la apariencia de la voluntariedad. Quienes acuden son responsables de su acto, sí, pero estos psicólogos los empujan con sus promesas de hacerles bien. Al precio de dañarlos, por mucho que algunos se sientan aliviados y desahogados de modo inmediato. 

Les prometen que “podrán encontrar el momento en que empezó todo” y que “vivirán una sesión de psicoterapia personalizada que les hará cambiar algo para siempre”. ¡Para siempre! ¡Y con una sesión! ¿Psicólogos o futurólogos sabelotodos y todopoderosos? Hacer tal predicción es engañar.

 

Diario de Navarra, 6-febrero-2009

2009

Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica