La niña con pelo a lo chico comenzó la carta a Gaspar.

La noche anterior había preguntado tres veces a su madre si los Reyes Magos son los padres.

Se lo había dicho Sara, su mejor amiga. La niña se enfadó y la llamó mentirosa y chivata.

Tres veces se lo negó su madre.

Cuando Luis se sumó a la cena, la niña le disparó la pregunta: “Papá, ¿los Reyes Magos son los padres?”.

“Los Reyes Magos traen los regalos a los niños hasta que cumplen nueve años. Por eso, estas Navidades, por primera vez, te los tenemos que comprar nosotros. Así que no se te ocurra pedir ninguna tontería.”

A la niña se le cayó el plato de sopa de letras y el padre le pegó una torta. “¡Dientes y a la cama!”

Poco después, el padre fue a darle las buenas noches. “Hoy estás castigada sin cuento. Estoy harto de que se te caigan las cosas. Ten más cuidado, cielo.”

La niña pidió perdón. Él posó la mano abierta en la mejilla aún enrojecida y la apartó con brusquedad: “Ya te he quitado la torta, chatito mío”.




Querido Gaspar:

Este año ya no vienes por que dice papa que e crezido.

Me gustaba crezer ya no.

Quiero un papa nuevo o que me lo arregles.

Un vestido rosa de bailarina.

Mas coches no.

Que mama no me castige no hablandome cuando no hago caso sin querer.

Que no me corten el pelo que me duele.

El libro de la niña de la nube.

Un mobil para llamar a Sara solo a ella.

Metere la carta en el buzon de la jugeteria.

Papa dice que las queman.

Salva mi carta.

Luisa