Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica
Comparta esta página en:
Agregar a Delicious   Google Bookmarks   Twitter   Facebook   MySpace   Live Spaces   Blinklist   Yahoo Bookmarks   Digg   Favoriting   Furl   StumbleUpon   Reddit   Technorati
Pulse aquí si desea que le avise cuando añada nuevos contenidos

DISCURSO OBSESIVO - I
(2003)

(...) Le doy mil vueltas a las cosas. Me saco de quicio. Es como si estuviera enfermo de pensar tanto.

Cuando cometo un error, me lo echo en cara como agua hirviendo. Necesito que me salgan las cosas perfectas, o casi. Soy implacable conmigo mismo, y a veces también con los demás.

Estoy lleno de autorreproches. Me castigo por no ser como quiero ser. A veces, hasta me insulto.

Me cuesta empezar a hacer algo. Lo dejo para otro momento, para mañana, para pasado mañana. Me meto en un torbellino de nervios. Llega la fecha en que tenía que terminarlo, así que al final corro y corro, y pocas veces lo hago como yo sería capaz.

Busco los porqués de mi sufrir. Tengo que encontrar un sentido. Lo que no me había planteado hasta este tratamiento contigo es el para qué. No acabo de entenderlo. ¿Que mis síntomas tienen un para qué, o sea, que obtengo una satisfacción o un goce con ellos, insanos por supuesto, inconscientes, no adrede? No puede ser. ¿O sí? ¿Para qué me sirven? (...)

Estoy empachado de culpas por los cuatro costados.

No puedo, no puedo: es mi queja. ¿Qué deseo? Ahí tengo problema. Quiero lo que me digo que debo hacer y ser.

A veces me entran arrebatos de hacerme daño. Otras, pienso en que voy a hacer daño a alguien. Finalmente, no lo hago, pero me obsesiona llegar a hacerlo algún día. Es un tormento. Soy un experto torturándome.

Soy como un volcán a punto de la erupción. Me queman llamas de furia, de rabia. A veces odio con todo mi cuerpo, el primero a mí mismo.

Me cuesta saber lo que deseo, y cuando lo sé, me entra miedo y me aparto porque algo me amenaza

Prefiero que los demás me pidan lo que yo quiero darles. Tienen que saber lo que yo quiero. Pero cuando me lo piden, siento que me están utilizando, así que no lo soporto y me enrabieto, lo que me hace sentir culpable. Y en un mar de dudas.

Necesito controlar las cosas. Cuando me siento inseguro, lo paso fatal.

Sobre el sexo, hablaré más adelante: tengo miedos, y, a la vez, me atrae terriblemente. ¿Me subrayas que he dicho “terriblemente”? ¿Qué me aterroriza?

Me siento en guerra contra no sé qué. A veces, mi vida es como un infierno. ¿Qué es para mí el infierno, me preguntas? Es un lugar horroroso adonde van los condenados a cumplir un castigo. ¿Qué hicieron para ser castigados? Algo malo. ¿Si quisieron hacerlo? Claro que sí. ¿Qué por qué? Pues porque quisieron: porque gozaron con algo que no se puede tolerar. Este es tu conflicto, me dices. No lo entiendo. ¿Con qué gocé yo que me pareció tan malo? ¿Quién no me puso freno? A ver que lo piense. ¿Que se acaba la sesión por hoy? ¿Ya? ¿Que me lleve estas cuestiones abiertas? ¿Y que esté atento a si pienso demasiado?

Salgo a la calle y me digo: El infierno es un lugar donde nada es posible. ¿Qué es lo que yo me hago imposible?
2003

Ernesto Maruri Psicólogo Clínico Pamplona Orientación Psicoanalítica